Investigadores de la duda

Tal vez estamos acostumbrados a que las cosas nos vayan mal, o puede que lo estemos a que nos vayan bien, sea como sea, siempre hay un día en el que nos llega la duda de si esa situación cambiará.

Preguntas como: ¿cambiarán las cosas? ¿seguirán bien? ¿seguirán mal? ¿somos los responsables de que las cosas estén como están? ¿podemos hacer algo o no podemos hacer nada? ¿tenemos el compromiso personal de intentarlo o nos escondemos en la falta de responsabilidad disfrazada de pasividad?

Estamos acostumbrados a que demasiadas cosas nos vengan dadas, parece que nos gusta que sea el mundo el que “nos lleve”, aunque muchas personas se niegan a esta situación y les gusta ser ese tipo de personas que luchan por llevar la batuta en el concierto de su vida. Para saber más sobre nuestro enfoque, acerca de si somos nosotros los que guiamos nuestra vida o si el poder de los agentes externos la condicionan, podemos analizar nuestro locus de control, pero, independientemente del resultado del resultado que obtengamos, no debemos olvidar que tenemos la posibilidad de trabajar en nuestra percepción, creencias, juicios y valores para cambiar el rumbo de nuestras acciones, con el objetivo de alcanzar un nuevo destino.

En muchas ocasiones las cosas “van tan bien” que nos invade un sentimiento de pérdida anticipada, algo parece que tiene que ir mal, no es posible que todo esté bien. Se trata de un sentimiento muy parecido al que aparece cuando las cosas “van mal” y nos escondemos y aislamos de todo pensando en que las cosas en algún momento cambiarán e irán mejor, pero sin tomar parte en el posible cambio que se pueda iniciar.

En la mayor parte de las ocasiones, somos más proactivos a intentar hacer realmente algo si nos basamos en esos momentos en los que hemos iniciado nuevos caminos que han funcionado bien, aunque en momentos malos, esos momentos también pueden ser una pista de que podemos lograr cambios. Por ello, siempre podemos dedicar tiempo y esfuerzo a encontrar pistas que nos den las claves de cómo solucionar los problemas o incluso buscarlas en otras personas, que se convertirán en referentes y aliados de nuestro proceso de evolución a una nueva realidad, la que nosotros queramos crear, para ello, tenemos que convertirnos en investigadores de nuestra vida.

Hay muchos métodos para buscar pistas, el coaching es uno de ellos, es un proceso mediante el cual se descubren nuevas pistas de nuestra vida, de cómo somos, los límites que nosotros mismos nos imponemos, qué creemos, qué podemos llegar a visualizar, qué realidad podemos llegar a construir y siempre basándose únicamente en la palabra. Un proceso de este tipo, por muy pobre que sea el resultado del mismo, siempre nos ofrecerá un nuevo descubrimiento, tal vez un límite, una pista, una nueva creencia, una solución o incluso todas las anteriores.

Para iniciar ese proceso no hay que esperar a que la vida “te empuje” a dar el primer paso, ni a que la situación sea tan agobiante como para que sea más una caída que un avance, únicamente hay que mirar hacia adelante y dar ese paso. Tal vez, sea más una cuestión de confianza en uno mismo que de voluntad o de compromiso, pero lo importante es dar el primer paso, comprobar el avance, comprobar los resultados (que en muchos casos, por no decir la mayor parte, son mejores de los esperados) y seguir “andando”.

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