En los últimos años, a la gran necesidad de incrementar la productividad basada principalmente en la reducción de costes, se une la escasez de recursos por parte de muchos gestores de equipos en lo relativo a los aspectos emocionales, precisamente los que más influyen en las relaciones interpersonales.
En una sociedad y un mercado en continuo desarrollo, lo cual define un estado de cambio continuo, existen numerosos aspectos fundamentales en gestión de negocio, siendo la inteligencia social uno de los factores que en el futuro serán más demandados por las empresas para conseguir sus objetivos de adaptación y evolución corporativa.
Puede parecer extraño que las habilidades en la gestión de relaciones tengan tanto impacto en el desarrollo corporativo, pero dejando a un lado los procesos que son desarrollados por máquinas, tanto herramientas como ordenadores, el resto de procesos se basa en mayor o menor medida en las relaciones interpersonales, siendo la optimización de esta función, por tanto, uno de los factores estratégicos para el incremento de la productividad.
Existen numerosos estudios y expertos que ofrecen información acerca de los beneficios de mantener un ambiente saludable en el entorno laboral y profesional, el cual redunda entre otros aspectos en el incremento de la motivación, la implicación, la cohesión, el trabajo en equipo y por extensión de los resultados de las compañías, pero en muchas ocasiones parece que las necesidades habituales del día a día apartan a los gestores citados de una de sus funciones básicas, la gestión emocional de sus equipos.
Tal vez, la falta de información, formación, motivación, expectativas, experiencia y otras muchas más justificaciones que unos y otros puedan plantear (y plantean en numerosas ocasiones), sean las bases de la evidente incapacidad de muchos profesionales para lograr que la gestión de sus equipos esté liderada por objetivos que no sólo sean numéricos, pero ¿son conscientes de las ventajas de hacerlo?
“Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”. Proverbio árabe.
La necesidad de saber lo que se debe ver es un primer paso para buscarlo y lograr verlo, por ello, la consciencia de que algo falta empieza por el reconocimiento de que algo puede faltar… ¡vaya!, otra vez empieza todo en uno mismo.
El camino es el compromiso personal de querer ver y luego “dicen” que la culpa es de la cultura de las organizaciones, sin darse cuenta de que dicha cultura empieza por uno mismo (Cultura: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” según el Diccionario de la Lengua Española de la RAE).