Identidad y cambio son dos conceptos que están presentes a lo largo de todo el proceso de nuestro desarrollo y que poseen una estrecha relación, aunque a priori pueda no parecerlo.
Se puede plantear un sencillo ejercicio de reflexión y análisis de estos conceptos, basado en el orden en el cual se han presentado en diversos momentos de nuestra vida y cómo han contribuido a definir finalmente diversos rasgos personales.
Antes de analizar la relación citada, parece lógico conocer la definición de ambos conceptos, siendo en este caso la publicada en el Diccionario de la Lengua Española (RAE) la que nos aporta esta información. Ahora sólo queda presentar las definiciones en el orden concreto que favorezca la reflexión sobre dichos conceptos, bajo dos enfoques diferentes.
Por ello, tomando (no al azar) dos de las acepciones de estas palabras, se puede iniciar el análisis de su relación:
- Cambio (cambiar): Dejar una cosa o situación para tomar otra.
- Identidad: Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.
Centrando el análisis en un escenario de desarrollo profesional, se podría plantear que los distintos cambios que un profesional ha realizado a lo largo de toda su carrera, han generado en él un conjunto de rasgos propios, que le diferencian frente a los demás, es decir, han conformado su perfil profesional.
Según lo citado, los cambios generan una nueva identidad en la persona.
No obstante, podemos comprobar en muchos casos que a pesar de la dilatada experiencia de muchos profesionales, éstos continúan presentando rasgos inequívocos de etapas pasadas, lo cual demuestra su falta real de cambio, aunque a nivel personal mantengan una firme convicción de que son sensibles a la necesidad de cambio y flexibles de cara a adaptarse a los nuevos requisitos de su entorno.
En estos casos, un planteamiento distinto del anterior análisis puede ofrecer la clave para comprender esta situación. Si la identidad no se corresponde al cambio, es decir, si los rasgos característicos de los profesionales no se ajustan a las nuevas situaciones, puede que necesiten trabajar un cambio de identidad.
Volviendo a las definiciones de los conceptos identidad y cambio y teniendo en cuenta que el orden en el que se presentan es importante, se pueden elegir (no al azar) otras dos acepciones de ambas palabras, organizándolas en este caso en orden inverso al anterior:
- Identidad: Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.
- Cambio (cambiar): Modificarse la apariencia, condición o comportamiento.
Nuevamente, aplicando el análisis a un escenario de desarrollo profesional, se podría establecer que la conciencia que la persona tiene de sí misma, ha generado en él una modificación de su apariencia y comportamiento, es decir, han conformado su perfil profesional.
Según lo citado en esta ocasión, la identidad de la persona genera nuevos cambios.
A partir de este segundo enfoque, parece apropiado que sea uno mismo el que analice detenidamente hasta qué punto los cambios realizados han conformado su identidad a lo largo del tiempo y/o si ha sido la identidad que le define la que le ha llevado a realizar nuevos cambios en su desarrollo profesional…
No obstante, más importante que conseguir determinar el orden de los conceptos que mejor se ajusta al perfil de cada uno, es reflexionar sobre la relación que existe entre ellos y la importancia que nosotros mismos tenemos sobre nuestro potencial de cambio.
Para ello, sólo tienes que preguntarte ¿qué has cambiado y qué te ha hecho cambiar?