¿Preguntas o prejuzgas?

¿Preguntas o prejuzgas?No es que una pregunta pueda solucionar cualquier problema, pero tal vez pueda solucionar el más importante en un momento determinado y eso ya es un motivo para probar.

Peter F. Drucker dijo: “Mi mayor fortaleza como consultor es ser ignorante y hacer algunas preguntas”. Tal vez este planteamiento, de que nuestro miedo a realizar preguntas en muchos casos puede ser muy inferior al que tendrá el que debe responderlas, pueda ser un apoyo para decidirnos a preguntar.

Es muy frecuente comprobar como estamos habituados a eludir las relaciones interpersonales, normalmente por prejuicios, inseguridades personales, opiniones preconcebidas, centrarse en las posiciones en lugar de en los hechos y otras situaciones afines que actúan como destructores de la relación, que en otro caso podría iniciarse.

Esta situación podría evitarse si en algunos casos nos “obligáramos” a realizar una pregunta, al menos la primera, ya que podría aportarnos la información que nos hace falta para valorar si realmente esa relación cumple los requisitos que consideramos importantes y/o necesarios para establecer una comunicación formal con la otra parte.

Teniendo presente que dicha otra parte puede tratarse de una persona o de una organización, las consideraciones anteriores son básicamente similares, pero tanto la forma como las consecuencias son muy distintas. El vínculo que existe entre las relaciones personales, el rol que ocupan las personas en las organizaciones y las características formales e informales de dichas organizaciones, es determinante para saber qué importancia pueden tener las preguntas que se hagan u omitan.

A nivel personal establecemos relaciones preguntando a los demás acerca de sus necesidades, sentimientos, opiniones, intereses, etc., con el objetivo de recabar toda la información necesaria para tomar nuestras decisiones al respecto. Por ejemplo, en el ámbito laboral es muy difícil que se consigan determinados objetivos si no se exteriorizan nuestras demandas mediante preguntas, como publica Forbes en su artículo “5 maneras de conseguir una promoción”.

En la actualidad, las redes sociales nos muestran como en la mayor parte de los casos la forma de conseguir interactuar con otros miembros de las redes se basa en una pregunta de solicitud de contacto, la cual en muchos casos cumple la norma citada en el inicio de este artículo, ya que puede resultar más fácil para el que la realiza (en algunos casos las propias redes te recomiendan a quién hacerlas) que para el que tiene que responder si está de acuerdo o no con formalizar el contacto.

En términos de coaching la pregunta es el vehículo de las sesiones, las “preguntas poderosas” a las que se hace referencia en muchos casos son finalmente los detonantes de reflexiones profundas del cliente, que le llevan a analizar estados a los cuales no había accedido nunca o a los que estaba inconscientemente restringiendo el acceso, siendo en éste ámbito en el que la fuerza de la pregunta es más evidente.

En el ámbito empresarial y hablando en términos de negociación la pregunta es vital, es el mecanismo que estructura y guía todo el proceso. En los procesos de negociación la información es fundamental para asegurar el éxito de los mismos y aparte de la documentación que se pueda consultar, es imperativo que se realicen las preguntas oportunas en cada caso para conocer los datos necesarios para llevar a cabo el proceso con total seguridad de que se conoce el detalle de la información en el momento preciso, ya que el tiempo y el entorno pueden hacer variar las respuestas.

En este caso, incluso conocer el momento en el que no se debe hacer una determinada pregunta puede ser un factor determinante para el éxito de la negociación, aunque en el fondo continúe latente dicha pregunta.

El control de gestión de las organizaciones es otro de las áreas en las que se puede comprobar como las preguntas son fundamentales para el correcto análisis empresarial, aunque en muchos casos no son bienvenidas, siendo los propios empresarios los que en muchas ocasiones prefieren no enfrentarse a las preguntas «difíciles de responder», porque no se han planteado las posibles soluciones a los problemas importantes de sus organizaciones. Aunque en algunos de estos casos, por desgracias, las respuestas llegan normalmente en forma de deudas, fracasos y últimamente en concurso de acreedores.

Por todo lo anterior, no parece posible que se pueda avanzar con garantías de éxito prejuzgando las situaciones y evitando preguntar, o dado el tema de este artículo, podría expresarse mejor si se realizara en forma de pregunta ¿se puede avanzar sin preguntar?, más que nada por dejar abierta la posibilidad de que alguien conteste, aunque si no es así, siempre se puede interpretar según las palabras de Drucker.

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