Cualquier planificación se basa en la determinación de una acción que conlleva la consecución de unos objetivos, por tanto, parece sensato pensar que no se debe perder la orientación hacia el cumplimiento de los mismos en ningún momento.
Centrarse en los objetivos no significa perder de vista el proceso, la organización, los recursos y la necesaria concatenación de actividades que nos aproxima al resultado esperado, pero la motivación surge por el deseo de obtener una recompensa, la cual supone en el caso concreto de un emprendedor el elemento principal en el inicio de un nuevo proyecto.
En ese instante, por norma general, el proceso es algo incierto y la célebre cita de Henry Ford (1863-1947) “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”, puede llegar a ser la idea que mejor defina las expectativas del proyecto, aunque esa sensación no impida que se ponga en marcha la maquinaria, ya que la motivación es fuerte, pero ¿cuál es el motivo?
El Informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) España 2013, ofrece información específica del fenómeno emprendedor, en la cual se puede comprobar que las motivaciones principales de emprendimiento, necesidad y oportunidad, han sufrido cambios en los últimos años. Las actividades emprendedoras basadas en el aprovechamiento de una oportunidad han sufrido un descenso respecto al año anterior (de 72,3% a 66,8%) y por el contrario el emprendimiento basado en la necesidad se ha incrementado ligeramente (de un 25,6% a un 29,2%). Estos datos parecen “chocar” con los relativos a la opinión de la población española respecto a la bondad del emprendimiento como opción profesional, la cual se reduce en el último año (de 63,6% a 54,3%).

Por todo lo anterior, si la necesidad está llevando a los emprendedores a iniciar una actividad que no se percibe entre la población como una buena opción profesional, los objetivos de dicha actividad deberían cumplir, al menos, la conocida regla S.M.A.R.T. (específicos, mensurables, alcanzables, relevantes y acotados en el tiempo) para poder realizar un correcto seguimiento de la actividad emprendida y actuar en consecuencia, pero ¿cuáles son los objetivos?
En base a lo anterior, no se deben definir objetivos genéricos para los proyectos emprendedores, ya que según lo indicado en el párrafo anterior deben ser “específicos”, aunque sea habitual que dichos objetivos tengan mucho más que ver con las motivaciones relativas a conseguir independencia y aumentar ingresos (según el Informe GEM son las mayoritarias), que con los datos que aporta la realización de un análisis específico de las posibilidades reales de éxito del negocio y el establecimiento de los indicadores que le ayuden a controlar el correcto desarrollo del mismo.
Por tanto, si la motivación lleva al emprendedor a iniciar su viaje (tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede) y el objetivo es su destino, la planificación será su mapa.